Un trabajo en conjunto, el llamado del padre Juan Jima
Ibarra. Con un mensaje de unidad y trabajo en conjunto entre docentes, estudiantes y padres de familia, el padre Juan Jima asume la coordinación institucional de la Unidad Educativa San Francisco.
Para el padre Jima, ser Pancho significa haber descubierto valores en la figura de Francisco de Asís, relacionados con vivir el evangelio en fraternidad, con la cercanía, estar siempre pendiente de los más necesitados, contar con un espíritu juvenil, demostrar alegría y, en la comunidad educativa, representa la ayuda mutua.
Parte de su adolescencia la pasó en el Colegio San Francisco. También es un Pancho que vuelve al plantel como autoridad institucional, situación que la toma como un reto asumido con responsabilidad y como un llamado para responder a lo que los jóvenes esperan.
Una de sus prioridades será mantener el nivel de la Unidad Educativa San Francisco, “ que se va a encontrar con los maestros, que han venido dando lo máximo que han podido y esto no tiene que bajar y debe combinarse con alegría y espontaneidad”, manifiesta.
El padre Juan Jima desarrolló su labor en Guayaquil, como coordinador del Dispensario médico Sagrada Familia, institución que alcanzó reconocimientos internacionales y en la que prima la atención de calidad a personas de escasos recursos económicos. “No porque sea bajos precios le vamos a dar lo último a los pobres y eso ha hecho que sea un dispensario de primera en todos los sentidos”, recalca.
Durante seis años también fue coordinador en la Unidad Educativa Guillermo Rohde, experiencia que cataloga como satisfactoria. “Me ayudó muchísimo implicarme no solo como maestro sino también como tutor, pues conocí la realidad de los jóvenes, de sus padres y a conocer la entrega de un docente con los estudiantes”, destaca.
Antes de su labor en Guayaquil fue responsable de la administración de los bienes de la Orden Capuchina, a nivel nacional.
El 8 de diciembre de este año, el padre Juan Jima cumple 15 años en el sacerdocio; se ordenó en la Iglesia San Francisco de Asís.
Recuerda que su vocación por el sacerdocio nació del llamado de Dios. “Encontré al padre Ramón Echegaray o él me encontró a mí, me habló de esta vocación , me entusiasmé con el llamado de Dios a ser sacerdote capuchino”.
Su mayor satisfacción es hacer las cosas bien, trabajar con todas las personas y dejar un camino hecho.
El mensaje del padre Juan Jima para la familia que conforma la Unidad Educativa San Francisco es no temer a los cambios, a lo novedoso. Siempre la novedad es bonita y trae sorpresas, apoyar todo lo bonito que pueda venir, con un trabajo en conjunto. (CAH)
Gracias Padre Marcelino
Padre Marcelino se despide con un mensaje de gratitud
Ibarra. Tras 12 años de valioso aporte en la Unidad Educativa San Francisco, llega a su fin la labor del padre Marcelino Armendáriz como coordinador institucional del plantel.
En este tiempo, manifiesta que su mayor satisfacción ha sido colaborar con el mejoramiento de la institución, desde su infraestructura, dotación de medios, en el aspecto físico y tecnológico, aspectos combinados también con la valoración del ser humano.
“En el fondo lo que uno ha buscado es que la gente se sienta a gusto en medio del trabajo en que se encuentra; los estudiantes son el sujeto prioritario”, destaca.
Afirma que lo que ha querido es alentar un tono de relación amistoso, bondad, de respeto, asociado al lema del colegio “Buen trato como Francisco”, que lo ha procurado y es uno de los principales legados durante este tiempo como coordinador institucional, desde el aspecto humano y la traducción del aprecio, más allá de las palabras, en los hechos.
Se tiene presente lo que aflora. Se impulsó una buena relación, abierta, franca, directa franciscana y fraterna. “Lo que redunda en ese sentido para bien es lo que me llevo como satisfacción mayor en estos años”, asegura.
El padre Marcelino afirma que el legado de San Francisco, como principio de vida, es la fraternidad y “qué lindo uno hacer suya la vocación de San Francisco que se puede aplicar en el comportamiento diario y, desde ahí nace el sentido de respeto, servicio y ayuda”.
Puntualiza que ser hermanos menores capuchinos es sinónimo de sencillez, humildad, lejos del mundanal ruido, de títulos y recalca que en la Unidad Educativa San Francisco no hubo necesidad de llamar a nadie para inaugurar paredes o la dotación de pizarras digitales, el sistema tecnológico o el puente… se ha buscado propiciar un tono bueno de relación y no de figurar.
Tampoco se dejó llevar por la vanagloria cuando el plantel ocupó el primer lugar a nivel nacional en 2014 y 2017, se continuó trabajando con satisfacción, en una formación académica y humana.
Hace más de un mes, el padre Marcelino conoció sobre su traslado a Guayaquil, retomará las funciones que se desempeñó desde 1997 hasta 2008, en la Unidad Educativa Guillermo Rohde y el dispensario médico Sagrada Familia.
El padre Juan Jima reemplazará al padre Marcelino, será recibido con mucho cariño y respeto por parte de toda la familia que forma parte de la Unidad Educativa San Francisco.
El padre Marcelino se despide con un mensaje para los estudiantes, les invita a dar gracias a Dios, “que este hermano que ahora se va ha dejado voluntad, ha manifestado la entrega e ilusión por buscar que se sientan a gusto. Les animaría a que vivieran su propia vocación, en el orden humano, religioso, de fe y se sientan invitados a ser fieles a Dios y a lo que la vida les vaya deparando como suerte, destino o como realización personal.
Sin duda lo mejor que se lleva es el aprecio, la valoración personal, el apoyo fundamental que fue importante para los logros en el plantel.
Lo mejor para mí es haber cumplido la vocación, que sirva de guía para los estudiantes y para todos quienes los acompañan en la tarea. (CAH)